Viene, se sienta entre nosotros, y nadie sabe quién será, ni por qué cuando dice nubes,, nos llenamos de eternidad.
Nos habla con palabras graves, y se desprenden al hablar de su cabeza, secas hojas que en el viento vienen y van.
Jugamos con su barba fría. Nos deja frutos. Torna a andar con pasos lentos y seguros, como si no tuviera edad.
Él se despide. ¡Adiós! Nosotros sentimos ganas de llorar.
JOSE HIERRO
No hay comentarios:
Publicar un comentario